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Ahora siento IRA ¿Qué hago para no descontrolarme?
Hoy vamos a ver pautas que nos ayuden a controlar la IRA:
- Calmate. En la vida estamos sometidos a mucha presión. Quizá puedas mejorar tu forma de gestionar el tiempo, para ello te puede ayudar cambiar tu estilo de vida tratando de dormir las horas necesarias, de comer de forma equilibrada (la carencia de ciertos nutrientes favorecen la irritabilidad así como la sensación de cansancio).
- Aumente su tiempo de ocio. Es fundamental dedicarse tiempo a uno mismo, tiempo para descansar y para disfrutar de actividades de ocio. Esas actividades pueden ser tan sencillas como practicar algún deporte, pasear, leer o hacer tareas de carácter manual y que te ayudan a desconectar.
- Reduzca el consumo de alcohol.
- Elimine el consumo de drogas, especialmente estimulantes como cocaína o anfetaminas ya que favorecen la aparición de respuestas emocionales desproporcionadas.
- Si es necesario busca ayuda de un profesional. Un psicólogo te puede enseñar habilidades que te permitan encauzar mejor las emociones.
Estas pautas son generales y nos sirven para prevenir la ira, pero ¿y si estoy sintiendo la ira ahora mismo?
¿Qué hago?
- Tranquilizate. Para y trata de pensar unos segundos antes de mostrar tus reacciones, eso te dará un margen mayor para poner en marcha un comportamiento adaptativo.
- Vete. Si el sentimiento de ira es tan intenso que tu razón está nublada es mejor que te aísles, para poder retomar el control y buscar una solución. Más tarde tendremos tiempo para resolver el conflicto.
- Solucione los problemas pendientes. A veces no es el propio problema del momento lo que genera la ira sino que hay sentimientos y pensamientos negativos acumulados del pasado y cualquier pequeño contratiempo pueden dispararlo.
- Cuando hayas recuperado la calma, acércate y trata de solventar la situación. Recuerda que el objetivo es llegar a acuerdos y para eso no hay que atacar al otro, sino tratar de ser constructivos.
Psicólogos Salamanca – Gabinete de Psicología Mª Luz Cañadas – Psicoterapia
Siento IRA ¿Mi cuerpo está en peligro?
Estos días hemos conocido qué es la ira, cómo la sentimos y en qué momento sería adecuado buscar la ayuda de un psicólogo en estos casos.
Hoy vamos a hablar de las consecuencias físicas y emocionales que tiene que la ira se apodere de nosotros …
La presencia de la ira en nuestras vidas afecta a nuestra salud física y emocional tanto a corto como a medio y largo plazo. El riesgo aumenta a medida que la ira se convierte en una emoción que con frecuencia está presente y entonces:
. La secreción de adrenalina aumenta , generando un aumento de la presión arterial incrementando el ritmo cardiaco, favoreciendo la aparición de problemas coronarios como derrames cerebrales y ataques al corazón.
. Afecta al sistema inmunológico se debilita haciéndonos más propensos a padecer gripes, gastritis, colitis, problemas dermatológicos, también puede provocar contracturas y dolores musculares, dolores de cabeza o incluso migrañas.
.Nuestro sistema digestivo se ve afectado pudiendo favorecer el desarrollo de enfermedades como gastritis, colitis ulcerosa o Síndrome del Colon Irritable.
. Psicológicamente favorece la aparición de trastornos como depresión, adicciones, o comportamientos desadaptativos como conductas compulsivas o conductas agresivas. No olvidemos los sentimientos de fracaso, de descontrol y de culpa que pueden machacarte. Y todo esto conlleva una bajada importante de la autoestima
¿La ira te trae problemas? Busca ayuda profesional. Un psicólogo te puede ayudar a controlar tu ira, en algunos casos puede ser recomendable seguir también tratamiento farmacológico.
Si la ira le produce problemas es recomendable que siga un tratamiento, quizás incluyendo medicación.
Psicólogos Salamanca – Gabinete de Psicología Mª Luz Cañadas – Psicoterapia
Siento ira.. ¿Debo acudir a un psicólogo?
Ayer veíamos que la ira es una emoción primaria y natural como la alegría o el miedo. Lo que ocurre es que manifestar la ira en nuestra vida cotidiana puede traernos consecuencias bastante desagradables, desde problemas en el ámbito familiar hasta problemas legales. Hay personas que o bien por la frecuencia con la que sienten la ira o por la intensidad con la que la sienten presentan un comportamiento destructivo.
¿Sueles enfadarte?
Es habitual que de forma cotidiana nos enfademos ante los imprevistos, las prisas o las respuestas de los demás que nos molestan. Es cierto que la ira como emoción natural aparece en todas las especies de animales y en otras culturas humanas, probablemente si alguien intentase destruir alguna pertenencia tuya de forma voluntaria por el simple hecho de molestarte sentirías ira ¿no crees?.
¿Qué te pasa cuando sientes ira?
Que tu cuerpo reacciona como si de una bomba de relojería se tratase, y esos cambios se notan en los tres niveles de respuesta de nuestro cuerpo:
. Fisiológico: el corazón se acelera, aumenta la presión sanguínea, se incrementa la temperatura corporal, se acelera nuestra respiración, nuestros músculos se tensan y sudamos más de lo habitual. El exceso de activación, si se mantiene durante mucho tiempo, favorecerá la aparición de diferentes trastornos.
. Cognitivo, es decir “lo que pensamos”. Cuando sentimos ira aparecen pensamientos relacionados con el hecho externo que genera nuestra ira (mi hijo cogió el coche sin permiso) y la forma en interpretamos ese hecho (mi hijo no me obedece, no me tiene en consideración, etc.). Solo aparecerá la ira si se realiza una interpretación negativa. El significado que damos a los sucesos o a las acciones de otras personas, juega un papel importante en la emoción de la ira.
. Lo que hacemos. Las respuestas son variadas, cuando sentimos la ira y esta se adueña de nosotros podemos ponernos rojos, chillar, insultar, incluso podemos intentar agredir físicamente al causante de nuestra ira…
Hay personas cuya ira aparece de forma rápida, otras en cambio pueden acumular tensión durante largos periodos de tiempo hasta que la situación se vuelve insostenible y “explotan”.
¿Cuándo debo buscar ayuda psicológica?
Yo te aconsejaría que acudas a un psicólogo si sientes que no eres capaz de controlar tu temperamento o si tus reacciones de ira te afectan en tus relaciones con los demás.
Y no olvides que podemos controlar nuestra ira, hacer que las situaciones no se adueñen de nuestra forma de comportarnos.
Psicólogos Salamanca – Gabinete de Psicología Mª Luz Cañadas – Psicoterapia
Siento IRA… y quiero controlarla
La ira es como la ráfaga de viento que apaga el control de la inteligencia.
Cuando sentimos ira la emoción nos desborda y nuestro cerebro emocional secuestra el control del cerebro racional y durante un tiempo somos incapaces de tomar decisiones adaptativas.
El estrés favorece que nos irritemos, por eso es más probable a sentir ira ante cuestiones cotidianas poco importantes después de un día de trabajo duro.
¿Qué es la ira?
La ira es una emoción primaria y universal. Es una reacción normal ¿normal?
Sí, NORMAL, lo que no es normal es la manifestación que hacemos de la emoción, es decir cómo comportamos, si gritamos, si rompemos cosas, pegamos etc.
Todos nos hemos visto en algún momento invadidos por ella de forma suficientemente intensa como para determinar nuestra forma de comportarnos.
¿Alguna vez te has sentido invadido por la ira?
Probablemente cada uno de vosotros recordará algún momento de su vida en el que la ira le haya embargado, yo recuerdo varios, en esas circunstancias, notamos que nos ponemos tensos y agitados, perdemos el control de nuestros actos y nuestros pensamientos.
Normalmente cuando la ira pasa pueden aparecer sentimientos de culpa y pensamientos de arrepentimiento “No quise decir eso”, “no pensaba lo que dije”, “si pudiera dar marcha atrás…” . La persona que siente ira con frecuencia tiene una sensación de malestar consigo mismo por haber perdido el control. La ira además puede tener repercusiones negativas en nuestra vida familiar, laboral, de pareja y social.
¿Quieres aprender a controlar tu ira?
Psicólogos Salamanca – Gabinete de Psicología Mª Luz Cañadas – Psicoterapia
Adaptarnos al trastorno bipolar
Tras el primer ingreso volví a casa. Estaba asustado me decían que necesitaba tomar medicación de por vida. Al principio seguí las pautas de los profesionales que me atendían, tenía mucho miedo a la recaída (no poder dormir, estar irritable, que 2000 pensamientos diferentes aparezcan a la vez…). Me fui recuperando y de nuevo volví a mis clases, empecé a salir con mis amigos, yo me encontraba bien…¿por qué no retomar la vida de antes?. Empecé a salir de nuevo con mis amigos hasta tarde, eso generó importantes discusiones con mis padres que decían que tenía que cuidarme. Con mis amigos salías de fiesta hasta tarde o jugábamos durante horas a los videojuegos. Con el paso del tiempo empecé a olvidar tomar la medicación a retrasar las horas de las comidas, a costarme muy tarde y dormir pocas horas…dos meses después tuvieron que ingresarme de nuevo.
Es complicado hacerse a la idea de que tenemos una enfermedad mental que requiere tratamiento. Algunas personas necesitan que pasen años y varias crisis antes de pararse a pensar en que quizá precisa tratamiento.
Es frecuente que la persona niegue que padece un trastorno bipolar y esa negación puede tener diferentes caras. Podemos negar o rechazar el diagnóstico a pesar de tener evidencias de su presencia o negarnos a tomar la medicación. De hecho hay personas que prefieren aprender a convivir con sus síntomas a pesar de las crisis, antes que aceptar que padecen un trastorno bipolar y tomar la medicación.
Otra forma de negar lo que nos pasa es restarle importancia a la gravedad de nuestra enfermedad haciéndonos sentir que tenemos una capacidad de afrontamiento mayor y minimizando el impacto que la enfermedad tiene en nuestra vida y nuestras relaciones.
Incluso las personas que afirman tenerlo pueden tener dificultad para aceptarla. … desgraciadamente no es tan sencillo.
Como afirma Elisabeth Kübler-Ross el duelo por el sufrimiento de la pérdida pasa por varias etapas o fases inicialmente suele predominar la negación, luego aparece la rabia, más tarde el regateo, luego la depresión y finalmente la aceptación que es imprescindible para que nos adaptemos a la nueva situación. No es un camino recto ni va siempre en la misma dirección ya que cuando hay una recaída puede reaparecer la rabia o podemos soñar con el momento en el que podamos librarnos de la medicación y de la enfermedad. Sera entonces cuando, probablemente retomaremos hábitos que interfieren con nuestra salud mental.
La adaptación es un proceso no ocurre de un día para otro, al principio la idea de tener una enfermedad mental crónica puede avasallarnos y con el paso del tiempo cada vez le damos menos vueltas y la resistencia al tratamiento va disminuyendo. Es cierto que las personas que tienen enfermedades crónicas lo tienen mucho más difícil, pero también pueden adaptarse, ajustarse y aceptar el trastorno bipolar y la necesidad de un tratamiento.
Psicólogo en Salamanca – Psicóloga Mª Luz Cañadas – Psicología