Casi todas las personas en alguna ocasión de nuestra vida nos enfrentamos o nos enfrentaremos a la muerte de un ser querido para nosotros. Cuando eso ocurre empezamos a elaborar el duelo, que es una reacción adaptativa natural, normal y esperable ante la pérdida de un ser querido. Es un momento difícil, ya que la persona se enfrenta a un acontecimiento vital estresante de primera magnitud, que tarde o temprano hemos de afrontar.
Tenemos que adaptarnos a los cambios que se producen en nuestra vida, cambios emocionales, fisiológicos y sociales que variarán, donde la intensidad y duración de estos será proporcionales a la dimensión y significado de la pérdida.
Cada duelo es diferente varía en función de las características de la persona en duelo, su situación personal, de “quien” es la persona fallecida, de las causas y circunstancias de su fallecimiento….
Aún así la mayor parte de las personas en duelo suelen pasar por estas etapas.
1. Desconcierto e incredulidad. La persona niega la realidad e intenta alejarse para reducir el malestar que le produce el acontecimiento.Es la primera reacción ante la noticia: “Esto no me está pasando a mi”, «no puede haber muerto». Son momentos muy intensos emocionalmente, la persona puede sentirse bloqueada, aturdimiento e incredulidad ante lo que está viviendo.
2. Tristeza profunda y agresividad. La persona puede presentar reacciones de ira, descontento y estallidos de rabia, incluso ante quienes les rodean; e intensas oleadas de dolor y llanto, de profundo sufrimiento. La persona no se da cuenta todavía de la realidad de la muerte.
3. Desesperación y depresión. Es un periodo a caballo entre la negación del principio y el alivio del paso del tiempo. Aquí también aparecen las tormentas emocionales y vivencias contradictorias, de búsqueda, presencias, culpas y autorrepoches,… junto con el dolor que aun continua. Es también un tiempo de soledad y aislamiento, de pensamientos obsesivos,… A veces es la primera experiencia de vivir sólo, y es frecuente no volver a tener contacto físico íntimo ni manifestaciones afectivas con otra persona.
4. Aceptación y paz. La persona vaq siendo consciente de que la pérdida es irreversible. Trata de adaptarse a la vida sin el ser querido, gradualmente va reapareciendo la necesidad de abrirse a las relaciones sociales, poco a poco se va sintiendo capaz de disfrutar sin sentirse culpable. Finalmente los períodos de normalidad son cada vez mayores y se empieza a vivir pensando en el futuro, y no en el pasado.
Una vez aceptada la pérdida del ser querido, existen cuatro tareas importantes para completar el duelo
- Aceptar la realidad de la pérdida.
- Experimentar la realidad de la pérdida, sintiendo el dolor y todas sus emociones.
- Adaptarse a un ambiente en el cual falta el ser que murió, aprendiendo a vivir sin esa persona (por ejemplo: tomando decisiones en soledad, desempeñando tareas que antes hacía el fallecido, aprendiendo nuevas formas de relación con la familia y amigos o un nuevo sentido del mundo y de uno mismo…)
- Recuperar el interés por la vida. La persona empieza a querer disfrutar, establecer nuevas relaciones…
Psicólogo en Salamanca – Psicóloga Mª Luz Cañadas – Psicología