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Yo juego, tú juegas, él juega…. ¿Tengo un problema?
Manoli tiene 42 años. Está casada y tiene dos hijos de 10 y 12 años. Siempre trabajó como administrativa, pero lleva unos meses en paro y la situación económica se está complicando. Antes le gustaba ir de forma ocasional a jugar al bingo con su marido y otras parejas los fines de semana. Desde que sus hijos empezaron las clases tras dejarlos en el colegio entra en el bar pide un café y juega un rato a la máquina, así se entretiene y no piensa en sus problemas. El primer día tuvo suerte y ganó 50 euros, así que eso la animó a jugar más. La semana pasada confiando en sus posibilidades de ganar de nuevo gastó el dinero que tenía previsto para hacer la compran y eso ha sido solo el principio. Se encuentra muy nerviosa, pensando en que desea jugar para recuperar el dinero perdido y quizá si hay suerte de nuevo poder ganar más. Su marido la nota extraña a veces por las mañanas no le coge el teléfono y, últimamente la casa está desorganizada y cuando llega a mediodía la nota nerviosa e irascible algunos días ni siquiera le ha dado tiempo a preparar la comida. ¿Qué le pasa?
La afición a los juegos de azar (loterías, cupones o quinielas) y de habilidad (cartas o apuestas variadas) está muy presente en nuestra cultura desde hace varias generaciones. En cambio las máquinas recreativas, más conocidas por todos como tragaperras son un fenómeno más reciente que genera grandes problemas a adolescentes y adultos.
Hay personas que juegan a juegos de azar o de habilidad de forma esporádica y son capaces de disfrutar del mismo sin que ello implique problemas. La ludopatía o juego patológico es una forma de adicción psicológica. ¿Cuándo podemos considerar que una persona tiene problemas con el juego? Cuando la intensidad, frecuencia, duración o cantidad de dinero invertida son excesivas y en función del grado de interferencia que el juego supone en las relaciones familiares, sociales, laborales y económicas del jugador.
Para que la conducta normal de juego (basada en el disfrute que conlleva la actividad) pase a convertirse en un problema es necesario que la persona pierda el control, es decir, que persista en la conducta de juego a pesar de las consecuencias adversas que le supone, supeditando su vida al mantenimiento del hábito. Llega un momento en que jugar alivia la tensión emocional y eso prima sobre el poder placentero de la conducta. Una persona con dependencia al juego presenta un deseo intenso e inaplazable de tal forma que el resto de los aspectos de su vida son secundarios, perdiendo interés por las actividades sociales y lúdicas que en el pasado le resultaban satisfactorias.
Las personas que tienen problemas con el juego con frecuencia presentan multitud de ideas erróneas que les impulsan a seguir jugando a pesar de las grandes pérdidas económicas que les suponen, entre las que destacan:
. “La máquina está caliente, ya va a salir el premio”
.”Si me fijo en los resultados que van saliendo sabré como y cuando debo apostar”
. “Si juego el tiempo suficiente recuperaré lo que he perdido”
. “A la larga ganaré, seguro”
. “Hoy he tenido mala suerte”
.”Sé que hoy me toca ganar”
Si te sientes identificado por la historia de Manoli, si dedicas más tiempo a jugar que a tu familia, trabajo o amigos, si gastas más dinero te puedes permitir o te cuesta controlar tus ganas de jugar quizá sea el momento de que te plantees que puedes tener un problema con el juego. En ese caso busca ayuda profesional tu médico de cabecera, la asociación de jugadores de tu localidad o un psicólogo podrán ayudarte a solucionarlo.
Psicólogo en Salamanca – Psicóloga Mª Luz Cañadas – Psicología
Y ¿Sí mis hijos se pelean?
Los hermanos, especialmente cuando son niños se pelean con frecuencia. Es algo normal dado que comparten tiempo, actividades y juguetes. Tener hermanos nos da la posibilidad de aprender algunas habilidades sociales que son básicas para poder relacionarnos con los demás con normalidad. Si juego con mi hermano tendré la oportunidad de aprender a compartir los objetos, respetar los turnos de juego y de palabra, de controlar los impulsos y las frustraciones…
Pero no siempre es tarea fácil especialmente cuando la frecuencia, intensidad o duración de los enfrentamientos entre hermanos interfieren en la convivencia familiar.
Como padres, la actuación más acertada es fomentar que sean ellos los que resuelvan sus diferencias, es la mejor forma de no caer en la tentación de ser policías y jueces en nuestra propia casa.
Fomentaremos que ellos resuelvan sus diferencias dejando claro que hay unos límites definidos:
. No pueden pegarse
. No pueden insultarse
También es importante que anticipen que, en caso de saltarse uno de los límites anteriores habrá consecuencias.
¿Qué decir? Ante el típico comentario <<Mamá, Ana me está picando, mira lo que me hace>> sería adecuado responder <<Espero que lo resolváis vosotros, no olvidéis hacerlo sin pegaros o insultaros sino (anticipamos la consecuencia que consideremos adecuada a la situación) os iréis cada uno a vuestro cuarto>>.
Si a pesar de todo llegan a las manos, el hermano que haya pegado deberá “irse a pensar” y pedir perdón.
Psicólogo en Salamanca – Psicóloga Mª Luz Cañadas – Psicología
Vivir en la ciudad ¿favorece la aparición de ansiedad y depresión?
La revista Nature, ha publicado recientemente un estudio que afirma que las personas que viven en ciudades tienen un 21% más de riesgo de padecer un trastorno de ansiedad, un 39% más de riesgo de sufrir un trastorno del estado de ánimo y el doble de riesgo de sufrir esquizofrenia.
El trabajo fue realizado Instituto de Salud Mental Douglas de Canadá. Los investigadores, los autores procedentes del Instituto de Salud Mental Douglas de Canadá, compararon la actividad cerebral de voluntarios procedentes de núcleos con más de 100.000 habitantes, con las de habitantes de núcleos de más de 10.000 habitantes y un tercer grupo formado por personas de áreas rurales. Encontraron que la respuesta al estrés en la amigdala (región cerebral vinculada con la regulación de las emociones y el estado de ánimo) era mayor conforme mayor era el núcleo urbano al que pertenecía la persona.
Por tanto, existe una forma o formas en la que la experiencia de vivir en núcleos urbanos afecta a los centros cerebrales que regulan las emociones, creando una mayor vulnerabilidad a padecer trastornos mentales.
Psicólogo en Salamanca – Psicóloga Mª Luz Cañadas – Psicología
Psoriasis y aislamiento social
La psoriasis es una enfermedad de la piel que causa descamación e inflamación (dolor, hinchazón, calentamiento y coloración). En la mayoría de los casos la psoriasis causa parches o placas de piel gruesa, enrojecida y con escamas plateadas. Estas placas pueden producir picor o dolor y pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo codos, rodillas, piernas, el cuero cabelludo, e incluso en la parte interior de la boca.
Recientemente LEO Pharma ha realizado un estudio que destaca la necesidad de un mayor apoyo a pacientes con psoriasis que sufren aislamiento, estigmatización y ansiedad. Los hallazgos revelan que los sentimientos de restricción, aislamiento, estigmatización y ansiedad se asocian con un alto impacto en la vida de los pacientes, y son más importantes que la gravedad del síntoma diagnosticado. Los resultados de la investigación, que incluyeron una encuesta online cuantitativa completada por 3.822 pacientes con psoriasis, mostraron que el 73% de los pacientes encuestados calificaron su psoriasis como un impacto moderado a alto en sus vidas.
Psicólogo en Salamanca – Psicóloga Mª Luz Cañadas – Psicología
Aburri… ¿qué?, Aburrimiento
El psicólogo Mark Fenske, ha realizado un estudio sobre el aburrimiento. Concluye que el aburrimiento en el trabajo puede conducir a graves accidentes. También está relacionado con el control de los impulsos, causando por ejemplo, abuso de sustancias como el alcohol.
Según Fenske, el aburrimiento es El hecho que es difícil de definir es, en parte, por qué ha sido tan poco explorado. Necesitamos alcanzar una definición común, algo en la que todos podamos acordar, sobre qué es el aburrimiento».
El objetivo de este estudio es el de definir y entender mejor el proceso mental que desencadena el sentimiento de aburrimiento.
Los científicos apuntan que la definición científica es necesaria, no solo para determinar las diferentes características del aburrimiento, sino también para poner en común diferentes perspectivas teóricas.
Los científicos definen el aburrimiento como «un estado aversivo de deseo, pero siendo incapaz a participar en actividades satisfactorias». Esta incapacidad proviene de un fallo en una de las redes de atención del cerebro.
«En realidad nuestro deseo de relacionarnos con el mundo o alguna otra actividad mental, y eso requiere atención. Cuando no se alcanza, parece que desencadena una frustración y este estado aversivo llamado aburrimiento», apuntó John Eastwood, profesor de la Universidad de York.
¿Cuándo nos aburrimos?
Cuando tenemos dificultades para prestar atención a información interna, como pensamientos o sentimientos. También cuando necesitamos estímulos externos para poder tener una actividad satisfactoria.
Somos conscientes de que tenemos problemas de atención.
Cuando culpamos al ambiente sobre nuestro estado mental y decimos frases del tipo «Esta tarea es aburrida» o «Nunca hay nada que hacer».
Psicólogo en Salamanca – Psicóloga Mª Luz Cañadas – Psicología