Paola tiene 6 años, esta tarde irá al dentista por primera vez ya que lleva varios días quejándose de dolor en una muela. Después de comer se pone a llorar ya que no quiere ir, dice que ya no le duele. Sus padres tratan de tranquilizarla mostrándola su cariño y además le prometen que a la salida le comprarán esa revista de princesas que tanto le gusta. En la sala de espera Paola no para de hablar y de moverse, quiere irse a casa, dice que ya no le duele a nada. Cuando la llaman para entrar en la consulta Paola se agarra a su madre y asustada se niega a entrar en la consulta.
¿Qué le pasa a Paola? Paola es una niña obediente y tranquila, pero ir al dentista le da miedo. Es normal, tiene 6 años y, a esa edad, es normal tener miedo al dolor físico. Aunque a ella nunca le ha hecho daño un dentista, tiene miedo a lo desconocido y a lo que sus compañeros de clase y amigos que sí han ido al dentista le han contado.
A medida que los niños van creciendo van experimentando distintos miedos. La mayor parte de ellos son pasajeros y son característicos del momento evolutivo. Estos miedos evolutivos son saludables ya que enseñan a nuestros pequeños a afrontar situaciones difíciles y estresantes.
Pero a veces, estos miedos, son tan intensos y/o prolongados en el tiempo que se acaban convirtiendo en un problema que precisa ser tratado. Un miedo precisa ser tratado si interfiere en el funcionamiento diario del niño o de su familia a nivel personal, familiar, social o escolar.
El miedo es una alarma psicológica de nuestro cuerpo. Sentimos temor ante aquellas situaciones que ponen en juego nuestra integridad física (una operación quirúrgica) o nuestro bienestar personal.
El miedo tiene una función adaptativa, el hecho de que un niño tenga miedo a los desconocidos nos ayuda a entender porque la mayoría de los niños no se van con el primer desconocido que les salude o les ofrezca un caramelo.
El miedo es útil ya que evita que corramos riesgos innecesarios.
Si no tuviésemos miedos, como Juan sin miedo, seríamos una temeridad. Ya que si algo no te asusta no te proteges de ellos. Si a Juan sin miedo no le asustan los trenes es probable que cruce la vía con la barrera bajada, tampoco seria consciente del peligro que implica cruzar en rojo o pasear solo por un callejón oscuro a determinadas horas. Las probabilidades de que algo malo le ocurriese se dispararían.
Por tanto podemos concluir que los miedos funcionan como una alarma psicológica que nos avisa de las amenazas a nuestra integridad física y bienestar personal.
Psicólogos en Salamanca – Miedos infantiles- Psicoterapia Salamanca